El capitalismo. Ese ente tan incomprendido y tan incomprensible.
Esa quimera que han creado para tener al trabajador explotado, pero motivado; jodido, pero contento.
Esa zanahoria pendiendo frente a sus fauces, hambrientas, estimuladas y repletas de saliva consumista. Babeando sobre las posesiones que tiene y anhelando las que necesita poseer.
En Estados Unidos lo llaman The american dream, aqui lo llamamos Mejor que lo del vecino. Una casa más grande, un coche más potente, una tele más HD, un móvil más moderno, un viaje al Caribe o algo con lo que fardar.
El contrapunto está en la incompatibilidad de sociabilizar el capital. Mientras nos vendían las lindezas de uno, condenaban el bienestar que proporciona lo otro.
Lo han censurado con un "por encima de nuestras posibilidades". Colectivo. Esto sí, de todos.
No les gusta el socialismo, pero las pérdidas, rápido las han repartido. Han rescatado sus bancos y se han concedido grandes pensiones. Para compensarles por las molestias. Y tú, a currar, por derrochón.
Y me llamarán comunista, mas no lo soy. Soy un tipo de lo más realista. Que no se puede uno alejar de la etiqueta: hay que decidir bando. Y yo soy currante, como la mayoría.
El día que seamos todos ricos, habría que defender lo nuestro. Ese día, tendríamos que ser liberales, por ejemplo. Pero ser liberal cobrando mil euros, es como ser carcelero en el lado equivocado de los barrotes.
Yo, que no soy comunista pero sí de izquierdas y capitalista, creo que el sistema, para que funcione, tiene que estar repartido.
Si el tinglado consiste en que el dinero fluya, éste tiene que estar en manos de los consumidores potenciales: los trabajadores. La mayoría.
No tiene sentido vender productos a alguien que no puede consumir. Eso en el departamento de márqueting seguro que lo explican muy bien.
A modo de ejemplo.
Diez ricos pueden comprar diez Ferraris, pero 30 millones siempre pueden comprar 10 millones de utilitarios.
Como resulta evidente a estas alturas, el resumen de este sencillo planteamiento, aunque pueda resultar difícil de aceptar para liberales varios, es que si el sistema consiste en consumir y la fuerza consumidora reside en una mayoría trabajadora, la idea más básica de asentar las bases del sistema pasa por sociabilizar el capital: un reparto más equitativo del dinero y una mayoría cargando con el peso de la responsabilidad para perpetuar el funcionamiento del estado. Tener y gastar. Bien repartido y de forma sana.
Los empresarios que contratan trabajadores quieren que sus empresas renten y ésto solo se consigue vendiendo. Si no tienes a quién venderle el producto, el negocio no tiene futuro.
Es tan sencillo que no hace falta seguir con la exposición.
Para que esta idea funcione es imprescindible tener una educación que ayude a crecer al individuo mentalmente sano y no se pierda en sueños de codicia innecesaria.
Y físicamente, claro. Para que pueda rendir y producir al 100% y la máquina esté perfectamente engrasada.
Lo siento, codiciosos, pero os estáis quedando solos.
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