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sábado, 25 de mayo de 2013

Comida en Bergen



Bergen tiene algo que me llamó mucho la atención: al igual que en Londres y París, aunque con las evidentes diferencias, tienen una necesidad constante de consumir calorías, como es lógico debido al frío. Por ello, tienen a su disposición innumerables tiendas y puestos para poder consumir comida en cualquier momento. La cadena 7eleven tiene mucha presencia y la comida “rápida” para consumir es la tónica.
Lo del café es un tema aparte…
Consumen café americano: aguado, sin azúcar, para llevar.
Lo mejor es que saben lo que es un “cortado”, porque lo llaman igual y el concepto es el mismo. El problema es que toman café de máquina que sirve la dosis concreta. Además, usan el autoservicio. Te lo preparas, le pones la tapa para llevártelo (como el Starbucks), pagas y te vas. En casi todos los comercios. Toman café de forma compulsiva. Como yo… pero a mí me gusta el café de verdad. Soy de morro fino.

Lo que consumen no llega a ser “comida basura”, pero sí que es extremadamente calórica. En París se suele hacer ciertas comidas a media mañana o a media tarde en los parques, adquiriendo productos en panaderías, donde la oferta es muy variada.
En Bergen lo más sano que puedes consumir son bocadillos naturales en el puerto, frente a Bryggen. Los bocadillos de gambas o salmón se consumen con ganas, al igual que platos algo más elaborados, aunque con precios que para un español resultan altos.

En cuanto al sabor, llama la atención la forma de especiar y el cambio de ciertos sabores. Todo es muy sabroso y cae con pesadez.
Desgraciadamente, no pude deleitarme en un restaurante, ya que mi economía no llegaba a tales cotas. Por lo que pude observar en las cartas que se ponen en las puertas de los restaurantes a modo de reclamo, lo más predominante suelen ser pizzas y pasta. Había restaurantes de corte oriental, y con la facilidad que tienen para conseguir pescado fresco, pensé que el sushi estaría más a nuestro alcance. Desgraciadamente, me equivoqué.
Una noche tuvimos que cenar en un Burguer King, con la esperanza de dar cierto descanso a nuestros estómagos y bolsillos. Dos menús normales nos costaron 25 euros al cambio. ¿El sabor? Exactamente el mismo que aquí.
Otra noche nos pudimos deleitar en un restaurante rockero. Habíamos leído que las mejores hamburguesas se sirven allí, así que, en vista de que es un plato muy extendido, nos decidimos a probarlas allí. Efectivamente, excepcionales. El precio, teniendo en cuenta el nivel del resto, muy aceptable. Incluso diría que muy parecido al de aquí. Mereció la pena.
Como es lógico, nuestra forma de consumir se adaptó a la necesidad de dosificar las energías para aguantar las largas jornadas de caminatas y que también se acomodaron a nuestros sufridos bolsillos.

Lo más sencillo, ya que habíamos contratado un hotel con cocina comunitaria, precisamente con la intención de poner en práctica la filosofía Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como), era realizar ciertas visitas a supermercados, tratando de hacer acopio de materias primas para poder preparar algo.
Lo que conseguimos fueron ensaladas prefabricadas en mini dosis, latas de espaguetis con albóndigas, pan con cereales, frutos secos, chocolate… y poco más.

Como es lógico, toda esta diatriba está basada en cuatro únicos días de experiencia y localizada en el centro de una ciudad con bastante turismo. Tal vez viviendo allí se aprendan lugares donde realizar compra de calidad para alguien con unas necesidades culinarias más… exquisitas.

Ojala pudiese hacer una comparativa gastronómica con todos los países que me gustaría visitar. Desgraciadamente mis viajes al extranjero se resumen a tres países. Me gustaría poder viajar mucho más, pero de momento la economía no me lo permite.

Por lo poco que he podido comparar, he llegado a la pronta conclusión de que nuestra gastronomía es privilegiada. Es una herencia que deberíamos atesorar, proteger y defender. No es mérito nuestro tener algo tan valioso, pero sí saber conservarlo.

Cada país tiene la gastronomía que se adapta a sus necesidades. Al menos eso es lo que pienso si medito con detenimiento, aunque cuando visité Londres, y basándome en esta conclusión, cabría decir que si los londinenses son lo que comen, carecen de identidad.
Francia, en cambio, tiene una concepción de la comida muy similar a la nuestra, aunque siempre han cuidado la presentación más que nosotros. Salvando las diferencias europeas, lo cierto es que nuestras cocinas son muy similares. Deduzco que Italia y Grecia deben ser también muy similares, ya que compartimos la dieta mediterránea y he podido degustar sus platos en restaurantes.

Las prisas, el estrés, el trabajo, la necesidad, el dinero… No podemos permitir que eso nos quite nuestra dieta.
Tal vez deberíamos aprender del resto de Europa a cuándo comer, pero nunca el qué. Deberíamos erradicar el concepto que tenemos de cenar mucho y tarde, porque es el principal motivo para tener sobrepeso. En otros países cenan a las siete de la tarde y después van al cine, a pasear o a realizar cualquier otra actividad. Si te vas a quedar en casa viendo una serie, lo más razonable es cenar de forma muy ligera. Es el desayuno lo que deberíamos hacer de forma más fuerte.

2 comentarios:

  1. En cada país al que he viajado, además de tirar de puestos callejero, fastfood o productos de supermercado -veo que todos hacemos lo mismo- siempre he intentado pasar por algún restaurante para degustar la gastronomía local. Y sí, amigo mío, su frase Por lo poco que he podido comparar, he llegado a la pronta conclusión de que nuestra gastronomía es privilegiada. la hago mía de todas todas.

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    Respuestas
    1. Cuando viajo a un país, mi premisa es empaparme de su gastronomía. Visitar países como los americanos me parece muy provinciano. Carece de interés ir a Japón y meterme en un bar de tapas para engullir jamón.
      En Francia he disfrutado de su gastronomía, sin duda.
      En Londres, lo dicho: no sólo no pude permitirme nada decente en un restaurante, sino que apenas encontré restaurantes. Lo que sí que reconozco es haber degustado platos muy sabrosos en los puestos ambulantes de Candem. Comida asíatica.

      Nuestra dieta es increíble. Tanto, que es patrimonio de la Humanidad:
      http://www.muyinteresante.es/salud/articulo/la-dieta-mediterranea-patrimonio-de-la-humanidad

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