Sígueme

Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook Siguenos en Google+ Siguenos en Linkedin Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger

martes, 4 de diciembre de 2012

Literatura y lectura



El sí de las niñas es un libro que tengo muy presente. No recuerdo muy bien la trama y albergo sentimientos enfrentados: por un lado recuerdo verme en la tesitura de tener que leerme semejante tostón y, por otro lado, descubrir que al final era entretenido e interesante.
Que existan esos dos sentimientos, conviviendo juntos, al mismo tiempo, no significa en absoluto que vaya a resolverlo leyéndolo de nuevo. No.

Este es el prólogo al resto de mi planteamiento.

Y es que tengo la sensación de que leemos poco (porque se lee poco) por, en cierto modo, culpa de habernos visto obligados a leer este tipo de literatura. ¿A qué mente privilegiada se le ocurrió forzar a niños de doce o trece años a leer semejantes tostones?
-¡¡Pero si son maravillosos!!- Argumentan algunos. De acuerdo. Para todos esos: hacedme una lista de los últimos libros que habéis leído... y cuando fue la última vez que leísteis dichos libros, incluidlo también en la lista.

Y digo todo esto porque vivimos en un país donde en todos los hogares hay una copia de Don Quijote de La Mancha y casi nadie lo haleído. Todos han visto la película, la serie o los dibujos, pero nadie ha leído el tostón. Y ahora seré yo el hereje, por supuesto...
Acepto esa responsabilidad. Pero antes, me gustaría que se me dejase terminar.

Entre muchos argumentos, se podría sacar uno que se expone muy rápidamente: Se cobra un 4% de IVA a los libros impresos y un 21% a los libros digitales. Unos se consideran como bien de primera necesidad y los otros, un lujo. Tal vez se presupone que todos tenemos Ebooks o Ipads, de esos que tienden a perderse con suma facilidad cuando los ciudadanos te aseguran lareposición. Pues lo deben pensar así. Que se intente inculcar el uso de las tecnologías con la protección al medio ambiente, creo que es algo que se debería impulsar desde la política. A la vista está que no es la política lo que falla, sino los políticos.

Otra forma de verlo es que la cultura propia hay que defenderla y mimarla, de ahí que se haga hincapié en los autores clásicos españoles, como Cervantes, Calderón de la Barca, Góngora, Galdós, Tirso de Molina o el archiconocido Anónimo, autor de obras clásicas como El cantar del Mío Cid, El lazarillo de Tormes y muchos otros.
A un lado se deja a Shakespeare, Joyce, Homero, Tólstoi, Allan Poe, Oscar Wilde, Baudelaire, etc. Esos autores se dejan para cuando hayamos cogido práctica leyendo nuestros clásicos y tengamos avidez por devorar los libros... o nos de por estudiar Literatura… o nunca.
Siempre podremos llenar nuestras enormes casas con libros, llenando un sinfín de estanterías Billy de Ikea, puestas en hilera, una tras otra. Al fin y al cabo, podemos permitírnoslo: un 4% de IVA no es más que miseria, y siempre fardarás más con una sorprendente biblioteca privada.
Incluso podría darse la casualidad de conseguir algún que otro incunable y adentrarse en el maravilloso mundo del coleccionismo.

Lo que pretendo dar a entender, lejos de criticar los clásicos españoles, es que creo que si el sistema se enfocase desde un punto de vista más pragmático, y haciendo alarde de la psicología inversa, tal vez la mejor opción sería tratar de inculcar a los niños el simple hecho de que lean y se interesen por la lectura y, poco a poco, dirigir su atención hacia los clásicos. Que es sólo mi opinión, pero tal vez sea bueno obligarles a leer Harry Potter o El señor de los Anillos y que no se tomen el hábito de la lectura como algo tedioso o como un castigo. Es evidente que la asociación de ideas dista de ser algo positivo para fomentar la lectura.

Pero claro, qué voy a saber yo.
El que sabe de esta mierda es el ministro y su idea de “prohibir” los idiomas excluyentes. Es decir que, de ahora en adelante, en Cataluña, se va a hablar catalán al mismo nivel que se habla inglés en toda España. Con dos cojones.
¿Para cuándo un académico en el Ministerio de Cultura?
¿Y un médico en el Ministerio de Sanidad?
Lo de que haya un trabajador en el Ministerio de Trabajo, me da que va a ser imposible.

Al menos la CEOE sí que ha captado la idea:
Les representa un sinvergüenza y todos le han apoyado unánimemente. Será que se ven representados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario