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lunes, 24 de diciembre de 2012

Vacaciones



Ya está aquí la Navidad y se ha abierto un debate que de vez en cuando asoma la nariz para olisquear un poco la realidad que nos rodea. Cada vez que se acerca un periodo vacacional, el debate sobre si los laicos tenemos o no derecho a disfrutar de dichos días de reposo, queda abierto a que ciertos sectores conservadores insten a los no practicantes a renunciar a vacaciones que al parecer tienen dueño y, por tanto, exclusividad.

Ya que se me puede considerar parte de ese sector que debería renunciar a unos días de asueto por eso de ser un devoto detractor de las religiones, podría enzarzarme en el debate de si realmente Jesucristo redentor nació un 25 de diciembre, si tuvo hermanos, si se casó o si su nacimiento fue realmente fruto de una partenogénesis. Que podríamos también entrar al trapo sobre si basar una religión en ciertos dogmas como la Resurrección y lo natural que hay en adorar a un zombie, puestos a hacer sacrilegios (queda evidente lo “natural” de todo esto). Si me dicen que así puedo conseguir esquivar todos los obstáculos que la Iglesia pone para evitar la apostasía, con sumo gusto continúo mi diatriba herética, pero prefiero enfocar todo esto desde el punto de vista que me empujó a escribir: derecho a vacaciones.

Los días festivos los establece el gobierno a través del Boletín Oficial del Estado (BOE), que establece el número de horas laborales, días festivos y periodosvacacionales.
Lo que nos hace iguales, entonces, no es el dios al que se reza o los días que dedicamos al descanso o los motivos para ello. Lo que realmente nos hace iguales es el número de horas que trabajamos, aunque también depende de los diferentes convenios. En resumen, lo que todos tenemos que disfrutar es de un número determinado de días u horas de descanso, que se establece en algunos casos tras ciertas tradiciones arraigadas y que, en todos los casos, están ligadas a la religión católica, aunque a su vez éstas estén tomadas de otras religiones o creencias ancestrales.
Tal y como yo lo veo, no veo ningún inconveniente en que este calendario se vea variado para que cada ciudadano tenga la responsabilidad y capacidad de distribuirse dichos días libres renunciando a fiestas religiosas con las que no se identifica, por ejemplo. En ese sentido, no me importaría en absoluto trabajar un 25 de Diciembre, un 6 de Abril o un 15 de Agosto. De buen grado lo cambiaría por el día de mi cumpleaños, por ejemplo o el día de mi hipotético aniversario de boda. Al fin y al cabo son fechas más indicadas para celebrar algo que no un día que establece la jerarquía eclesiástica como hito “histórico” en su dogma. Que no me venga nadie a decir a estas alturas que a cualquiera no le gustaría quedarse en casa el día de su cumpleaños y poder atender todas las llamadas telefónicas y felicitaciones sin tener que huir del jefe o tener que dejar el teléfono en silencio.
Otra cosa es que los periodos de vacaciones se establezcan por el calendario escolar y, entonces sí, la ciudadanía prefiera gastar esos días junto a los niños, que son los que nos hacen querer tener más tiempo libre. No hay que olvidar los “enormes” esfuerzos que se hacen por lo de la… ¿Cómo se decía?... ¿Conciliación familiar? Si: algo así. Eso que dice que es bueno para todos que estemos con nuestras parejas e hijos, pero que ninguna empresa suele apoyar.
Además, a día de hoy, que los políticos, los centros comerciales, los convenios laborales y los sindicatos han tolerado que se pueda trabajar los 365 días del año, esto de las fiestas tiene mucho menos sentido y si cada uno podemos elegir qué días disfrutar de las jornadas libres, se cubrirían mejor los puestos de trabajo. Creo yo.

Que una cosa no quita la otra, así que, con toda sinceridad, aprovecho este momento para desearos a todos felices fiestas.
¡¡Feliz Navidad!!

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