Sígueme

Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook Siguenos en Google+ Siguenos en Linkedin Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger

miércoles, 28 de marzo de 2012

Ir o no ir. Esa es la cuestión.


Ir o no ir a la huelga que se está gestando para el día 29 es un asunto peliagudo. La comidilla de estos días. A falta de un Madrid – Barça que acalle nuestras conciencias y con un Fernando Alonso ganando de rebote, los currantes nos tenemos que conformar con conversaciones de segunda o tercera.
¿Voy o no voy a la manifestación? Secundar la huelga me duele más, porque pierdo dinero, pero me gustaría ir a la manifestación”. Entiendo: pero recuerda que pierdes dinero porque en su día no hiciste huelga.Suma y sigue.
Si lo que queremos es buscar motivos para ir a trabajar y dejarnos de conversaciones peliagudas, es sencillo: tienes derecho a trabajar y no secundar la huelga. Descuida, que nadie te va a quitar ese derecho. Otros sí.
¿Qué pensarían nuestros padres, los de hace treinta años, si les expusiesen el presente del año 2012? Lo de los teléfonos móviles con Internet, Whatsapp y Angry Birds es una auténtica pasada. Máxime si lo extrapolamos a un tiempo pasado.
¿Pero qué pensarían si les dijésemos que los trabajadores podríamos ser despedidos por el simple hecho de enfermar? “Imposible”, dirían. ¿Y qué les parecería que les dijésemos que por no trabajar un día para defender tus derechos, dejarías de percibir el salario equivalente a dos o tres jornadas? “No me lo creo”, sería su posible respuesta.

Que los sindicatos han sido malísimos es algo que la gente está argumentando sin parar. No voy a ser yo quien rompa una lanza por los sindicatos, pero creo que, dado que la sociedad tiende a perder el hilo de sus propios pensamientos, veo necesario recordar que los sindicatos no han intervenido para nada en la imposición a la que nos están sometiendo al aceptar la Reforma Laboral.
Por supuesto, de haber intercedido para negociar, con toda probabilidad habría sido incluso peor… pero como lo importante no es inventarse lo sucedido, sino limitarse a resolver la realidad, lo suyo es no perder el rumbo en este tema.

Es cierto que, desde cierto punto de vista, se podría aducir que secundar la huelga sería perder dinero por el mero hecho de protestar contra algo que ya nos han impuesto y para lo que no hay remisión. Esta perspectiva la podría compartir, pero prefiero pensar que lo que me mueve a salir a la calle no es protestar, sino levantar la voz y hacer piña. Democracia, que se suele decir. Que precisamente nos han impuesto algo que no queremos y para lo que no nos han preguntado es, en resumidas cuentas, el mayor motivo para salir a la calle el jueves y, para que nos entendamos todos, decir: “No te columpies, que te veo el plumero”. Piensa que, total, dejar de ganar ochenta o cien euros es una ruina para el banco, y no para ti ni tu familia. Si en realidad a fin de mes no hemos llegado ni a echar cuentas. No merece la pena.

Fastidia mucho que digan que hay que hacer recortes mientras la austeridad desayuna en el Palace o come caviar. No es que me importe apretarme el cinturón, es que me duele tener que hacerlo aún más. Máxime cuando hay gente que se estará beneficiando de mi sufrimiento. Máxime cuando lo que está en juego es la salud de mi pueblo y la educación de nuestros hijos… ¿No hay de dónde agarrar?
En serio: que no me importa ir a trabajar. Llevo haciéndolo bastante tiempo y soy consciente de que aún me queda mucho más. Pero no nos lo hagáis más cuesta arriba.
Daos cuenta de que, de momento, aún me compensa, pero teniendo en cuenta vuestra forma de hacer las cosas, acabaréis echándolo todo por la borda y la gallina de los huevos de oro enfermará y nadie la curará. Ahora que lo pienso, ¿Quién iba a querer enseñar medicina? Enseñanza y Medicina, juntas en un mismo oficio.
Porque si me están quitando lo que hasta hace tres días era mío, puede que mañana les de por instaurar de nuevo antiguas leyes como tener que suplir a un familiar enfermo en su puesto de trabajo o el mismísimo derecho de pernada… Impensable, ¿verdad? Pues a lo mejor nos lo preguntan nuestros hijos dentro de treinta años. 

Nuestros padres fliparían viendo un cóctel Molotov en una pantalla plana de alta resolución. ¡¡Y en 3D, nada menos!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario