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viernes, 6 de abril de 2012

Semana impía.


No entiendo muy bien los motivos que se pueden dar para negar el permiso a una manifestación atea, pero remitirse a la “provocación”, sí que me parece cuanto menos provocativo… Porque, ¿Qué provocación puede haber en una manifestación atea o laica? ¿A caso España no es aconfesional? ¿Es que nuestra Constitución va provocando?
Puedo entender que elegir el Jueves Santo como día para expresar el ateísmo, puede ser un poco controvertido, porque algunas personas pueden entender que lo que se pretende es llamar la atención, pero no creo que eso pueda, en ningún caso, ofender a nadie. Al menos nadie que no tenga los pies en el suelo. Pero al margen de posibles injurias por mi parte, lo que está claro es que un día como el 5 de Abril tenga dueño, es impensable.
Si un creyente se ofende porque alguien defiende su creencia en la no existencia de una deidad, creo que lo que está expresando es la fragilidad de su propia Fe. No ofende quien quiere, sino quien puede.

Por otro lado, si una serie de personas, bajo un criterio personal, quiere salir a la calle para defender ideas como que la Iglesia no interfiera en asuntos políticos; que se retire el crucifijo de las escuelas públicas; que se retiren privilegios a la Iglesia antes que recortar en las pensiones, sanidad y educación de todos los ciudadanos… pues, sinceramente, no lo veo una provocación.
Me gustaría que la gente se parase a pensar en lo que supondría una financiación por parte del Estado de templos budistas, comunidades judaicas, mezquitas árabes o la construcción de la Estrella de la Muerte para los seguidores Jedis.
Más de uno pondría el grito en el cielo (me ha salido sin querer) y organizaría movilizaciones “anti”, a diestro y siniestro. Eso sí: con el máximo respeto por otro tipo de creencias impías. Ante todo hay que aparentar tolerancia para poder esgrimir el argumento de la intolerancia. En los colegios hay crucifijos porque, quitarlos, sería síntoma de intolerancia hacia ciertas creencias arcaicas y tradiciones endémicas.

En esta convocatoria no se está pidiendo recuperar tradiciones ancestrales como la de arrojar a cristianos a los leones, ni quemar a nadie en la hoguera como represalia. Lo que se pretende es poner a cada uno en su sitio y, la religión, debe estar en los templos.
Por otro lado y si se me permite ser malicioso, puede que desde la Delegación del Gobierno de Madrid lo que se pretenda es preservar al máximo la integridad de los ciudadanos y alejarlos todo lo posible de policías antidisturbios. O tal vez es que ese día el cuerpo de policía estará muy ocupado vigilando a los devotos cristianos… o incluso con ellos, en las iglesias, pidiendo perdón por sus pecados. 

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