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jueves, 22 de marzo de 2012

Que se pudran en la cárcel.


Una frase muy recurrente cuando tenemos ante nosotros a un delincuente es ese famoso “que se pudra/n en la cárcel”. Que la frase está llena de rencor es un hecho al que en realidad no habría que darle muchas vueltas ni es necesario discutir. Por lo general suele ir acompañada de otras perlas que no vienen al caso.
Si el reo al que se le interpelan estas frases tan manidas ha cometido un crimen atroz, nadie en su sano juicio suele interceder por sus derechos y todos al unísono pensamos que el lugar más idóneo para que pase el resto de su vida es la cárcel. Así lo alejamos de nuestros seres queridos, protegiéndolos de individuos tan indeseables como el acusado ficticio que he inventado para situarnos en este menester.
Lo que no consigo entender es cómo la gente no suele pararse a pensar que siempre sería mejor evitar el crimen. Puede que sí que se paren a pensarlo, pero me da la sensación de que lo que en realidad suelen hacer es encomendarse a Dios y pedirle explicaciones de por qué ha consentido que le pase algo malo a alguien tan bueno. Lamentarnos de lo sucedido es algo a lo que estamos muy acostumbrados.
Lo que no solemos hacer es adelantarnos a los acontecimientos y tratar de impedir que sean esa clase de cosas malas las que ocurran a gente buena.

Creo que pensamos más en la venganza que en el método de evitar que ocurran desgracias. Nos gusta más señalar con el dedo al culpable, que elogiar al ingeniero que evita una catástrofe, sea del tipo que sea. Pero, como es lógico, nadie es consciente de las catástrofes que no llegan a suceder.
Somos rencorosos por naturaleza y nuestras energías las gastamos en apresar a los culpables y meterlos en la cárcel asegurándonos de que deje de ser un peligro para la sociedad. Interpelamos que ese es el método para reinsertarle, cuando en realidad ni siquiera pensamos en lo que eso significa: no creo que una persona se reinserte en la sociedad estando simplemente incomunicado y privado de su libertad.
¿En qué mejora eso su situación?
Mi idea es que, para precisamente reinsertar a los condenados, habría que estudiar el caso con detenimiento. Como ahora mismo la Justicia (su administración, habría que puntualizar) está desbordada, tal vez no sea el momento de colocar más carga a sus espaldas. Pero sí que se podría cambiar cierto aspecto de la condena. ¿Y si en vez de condenar a una cierta cantidad de años incomunicado en prisión, se obligase al reo a cumplir una condena estudiando? Es sencillo: dependiendo del crimen, la condena sería mayor, por supuesto y, de ese modo, conseguimos diferentes objetivos. La ansiada privación de libertad calma a los que persiguen la venganza y apartarlo de la sociedad. Pero lo más importante es que, una vez acabada su condena, el preso tiene una carrera (o varias) para poder hacer algo de provecho una vez sale de prisión.
Por otro lado, dejaría de haber cifras desorbitadas en las sentencias y todos sabríamos a qué se ha condenado de verdad a cualquier acusado.
“Este tribunal le condena a una pena de no menos de dos carreras universitarias y no más de las susodichas dos carreras universitarias”.
Si es capaz de sacarse dos carreras en tres años, cinco o diez, depende única y exclusivamente de la motivación personal.

Vivimos en una sociedad que prefiere pensar en castigos para un violador a evitar la violación; castigos para un asesino a evitar el asesinato o castigos para un ladrón a evitar el robo…
La forma de evitarlo es la educación. Todos lo sabemos, ¿verdad?

2 comentarios:

  1. Pero eso ya se hace ¿no? Es decir, según qué delitos, hay reducciones de condena por buen comportamiento, o por estudiar o aprender una profesión mientras ésta se lleva a término.
    Lo de incluir en la condena la obligatoriedad de estudiar no lo veo tan claro; no es algo a lo que se pueda obligar a nadie, simplemente no se puede. O está uno motivado para ello, -por las ventajas que decía antes u otras- o no lo está. Incluso aunque tenga capacidad para ser un buen estudiante, si no hay una actitud positiva hacia el saber e interés sincero por aprender y crecer como persona yo creo que nadie le puede hacer estudiar algo a otro a la contra.
    No obstante, no deja de ser simpático que la mayoría de los pocos presos que se sacan una carrera en prisión estudien Derecho; casi todos la eligen para, precisamente, revisar su caso y defenderse ellos mismos, o que no les engañen. Sobre todo en los USA.

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    Respuestas
    1. Que no se pueda obligar a estudiar a un preso no lo veo una opción, ya que consiste en privar de libertad a alguien que ha delinquido y, al mismo tiempo pero sobretodo, reinsertarlo.
      Y no hay mejor modo de reinsertar a alguien que otorgándole unos recursos que no tenía cuando entró a prisión.
      Por otro lado, y aunque no tengo información al respecto, ¿qué hace un preso que no puede salir de la cárcel en 24 horas?
      Seguro que algo se puede hacer con respecto a su educación.

      Por otro lado, la ley dice que hay que escolarizar a los niños hasta una determinada edad y nadie se preocupa por las aptitudes, interés, capacidad o actitud.

      Esto es, en definitiva, una lavado de cerebro. Pero sin querer orientar, sino cultivar.

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