...y, ahora, Bárcenas.

Esto ya es un no parar. El non stop. El Non Plus Ultra de un sin fin de casos de corrupción. Ya no se esconden. Carecen de principios incluso para delinquir. Y me refiero al hecho de tener unas pautas para que el chollo no se les acabe.
No saben hacer ni eso.

Total, da igual. Nadie hace nada, nadie va a moverse y los que pueden, ya están comprados.
Ni el puto Eliot Ness tendría huevos. O se le compra, qué coño.

Pero lo que más miedo me da no es que la Masa Enfurecida tome cartas en el asunto de forma poco ortodoxa o pacífica. Eso me preocupa, como es lógico.

Lo que realmente temo es que España se quede en un vacío político sin precedentes.

Que este gobierno va a terminar cayendo es algo evidente. Y no porque lo diga yo o tenga la bola de cristal que me revela el futuro. Es que esto es una bola de nieve que cada día se hace más y más grande. Estaban escalando el Everest de la corrupción y se ha caído uno. No ha abierto bien la vía y se ha caído, arrastrando con él a todos.

Lo malo es que, cuando caigan, los otros tampoco podrán tomar el relevo o lo van a querer tomar a toda costa. Y tampoco están para muchos trotes. Los demás, grupos más pequeños, se verán con la tesitura de tener que lidiar con medios de comunicación que cargan contra ellos, ciudadanos que se postulan en contra, unas elecciones en las que el índice de participación quede prácticamente desierto…

Que las Nuevas Generaciones (dice Ana Botella), no tienen sentido. Pero Carromero…

Pobrecilla. No se entera de la misa a la media.
Pero es eso: es que ese es el problema. No se enteran de nada. Para ellos esto no es más que un juego en el que siempre gana la banca, pero ellos se lo llevan seguro. Da igual quien gane.

Lo importante es participar.
Un sueldo vitalicio y la vida resuelta por jugar al Monopoli edición Españistán.

A ver qué pasa.