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jueves, 11 de abril de 2013

El aborto



Aunque soy consciente de que este blog es mío y en él vierto mi opinión, por lo general no suelo abrir demasiado los debates. Sí que considero que quien me lea es libre de hacer los comentarios que estime oportunos. Precisamente ese es el motivo por el que la opción de comentarios queda completamente abierta y libre de toda censura por mi parte. Lo que es lógico es que me reserve el derecho a eliminar un comentario si lo considero oportuno.

Me dispongo a sacar un tema, cuanto menos, controvertido.

EL ABORTO.

Soy consciente de que podría escribir alguna que otra bengala lingüística con el fin de darle "vida" al blog, pero lo cierto es que no creo que mi opinión sea tan enrevesada como para crear escuela.

Siempre he visto el aborto como el último recurso.
De toda una cadena de negligencias, el aborto sería el último eslabón. Tras toda una serie de mecanismos para evitar un embarazo indeseado, el aborto es el acto más desesperado de todos. Es atroz.
No existen más calificativos para algo así. Es injustificable.
Con el aborto se está privando de vida al mundo y al mundo se le está privando de una vida. Eso lo convierte en un acto deleznable. Tal vez esa vida trajese consigo el remedio a enfermedades o un cerebro privilegiado capaz de dotar al mundo de una energía limpia y renovable.
O tal vez un dictador o un asesino en serie.

Siempre se habla del derecho a la vida cuando se ataca el aborto y el derecho a decidir cuando se defiende. Las armas para argumentar el posicionamiento pasan por utilizar el método que se emplea para realizar el aborto.
Yo soy de los que piensa que en este debate, más que perseguir el acto de abortar, habría que erradicar la necesidad de recurrir a este método. Sería lo más fácil. No prohibiendo el aborto, sino evitándolo.

Lo que habría que forjar es una cadena más fuerte, con los eslabones más resistentes:

-Información.
-Educación.
-Métodos anticonceptivos.
-Métodos contraconceptivos.

Lo que jamás me va a convencer, tal vez por ser un devoto irreligioso, es que el celibato es una opción. No es una opción ni para los sacerdotes, así que menos para los parroquianos. Eso sí: si aceptas las reglas del juego, atente a ellas.

Todo empieza en casa y en la escuela. Pero sobretodo en el hogar, en familia. Los niños son básicamente réplicas de los adultos que los rodean. Por eso tenemos que ser la mejor versión de nosotros mismos cuando estamos con los niños.

Creo que, antes de decirle a un niño que el aborto es algo malo, habría que explicarle que se podría haber evitado esa situación de muchas otras formas. Y para eso hay que comunicarse y hablar abiertamente. Y eso, a veces, se torna difícil.

El aborto no me gusta, pero no creo que nadie deba ser perseguido por defenderlo o practicarlo. Si toda la energía que se gasta en condenarlo, se invierte en buscar mejores métodos, en investigación científica o en dar educación a los niños, ganaríamos todos.
Tampoco me gusta nada que la gente juzgue en masa a otras personas creyéndose con mayor cata moral por el hecho de tener unas creencias religiosas.

Y digo todo esto porque en la última semana veo en los telediarios casos en los que se encuentran bebés muertos en congeladores, en armarios o en contenedores... todos a manos de su madre o sus progenitores. Niños maltratados, torturados o humillados. Pero felices, porque están vivos. Hay que ser muy mezquino para defender la vida de una persona no nata a capa y espada, y no ser mínimamente consciente de que, detrás de un aborto, hay una abortista que tiene una situación personal. Prejuzgar toda esa situación y anteponer los deseos de personas ajenas completamente a esas vidas, es la muestra de una ausencia total de empatía.
No vale con darse tres palmadas en el pecho los domingos y acto seguido dedicarse a juzgar a los demás. Nadie de esas personas se ha prestado jamás a escuchar los motivos de la mujer que tiene intención de interrumpir su embarazo. Ninguna de esas personas que señalan con el dedo se han postrado delante de esa mujer a la que critican y se han ofrecido a quedarse el niño.

Y la iglesia, ¿dónde está?
¿Qué piensa al respecto? Doy por sentado que repudiará esta clase de sucesos... pero no les veo ímpetu alguno en demostrarlo. O, al menos, no gasta tantas energías ni medios como cuando se trata de condenar el aborto. Hace mucho que les perdí el respeto. Tal vez porque callan cuando les conviene y hablan para conseguir mover multitudes cuando les viene bien un baño de masas, pero en realidad no quieren que cambie nada. Ellos siguen tapando sus miserias y hablando de sus logros como si hubiesen hecho un gran esfuerzo. Cuanto hermetismo.
Incluso apostatar lo ponen difícil.

Tal vez la gente no entienda que el aborto no se puede prohibir porque es imposible prohibirlo. Puedes conseguir que no sea legal, pero no puedes evitar que la gente lo haga de forma clandestina, sin medios y en unas condiciones higiénicas decentes. Ese es el error. Siempre se encontrará un método para conseguir el objetivo de interrumpir el embarazo. Lo que habría que hacer es encontrar otras soluciones.
El aborto libre, aunque cueste enfocarlo de esta manera, tiene que estar enfocado a los estratos sociales más bajos, que son los más susceptibles. No se les puede poner trabas para abortar a los que menos recursos tienen. Es muy fácil forzarles a tener hijos y luego vivir en una sociedad que no se preocupa por el destino de esos niños.

Un niño es algo que se tiene que querer desde antes incluso de ser concebido. Es lo mejor que te puede pasar en la vida, pero también tú tienes que ser lo mejor que le pueda pasar en la vida a ese retoño. Tiene que ser así para que el círculo se cierre sin fisuras.


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