Sígueme

Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook Siguenos en Google+ Siguenos en Linkedin Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger Siguenos en Blogger

jueves, 14 de febrero de 2013

Necesitamos periodismo

Tras el 11-S y una vez se pasó la conmoción después de los sucesos que paralizaron el mundo durante unas horas, la lengua española sufrió un barapalo del que le ha costado recuperarse. Hablo del cambio que estuvo a punto de producirse en una determinada palabra de nuestro idioma:
Colapsar.
Esta palabra cambió completamente de significado, simplemente por el hecho de que los enviados especiales a Nueva York y Washington, tras un periodo de convivencia de los dos idiomas, perdieron el significado de lo que significa que un edificio se colapse en español y que se "collapse" en inglés (derrumbarse, venirse abajo).
En una semana, el periodismo hizo temblar los cimientos de todo un idioma, al igual que hicieron en otros momentos de la Historia con gobiernos y naciones.

Y es que, el poder de los periodistas, suele quedar siempre aletargado, quieto, a la espera: hibernando y cogiendo fuerzas para la llegada de La Primavera.
Es ese letargo el que ha hecho que el periodismo de investigación sea una actividad casi olvidada, abandonada a ligas de segunda división y estilos underground.
Son los mismos que destaparon Filesa, los que dejaban en evidencia las mentiras de Aznar en el 11-M o los brotes verdes de ZP.

Y ahora se les quiere amedrentar, coartar y asustar con técnicas que amordazan la libertad de información y de expresión.
Lo que La Ley y La Justicia no han conseguido, puede que lo consigan los periodistas con La Verdad, dejando que sea el pueblo el que aplique su ley y justicia.
En otros casos, son los propios periodistas los que, por propio interés, se venden al mejor postor y dejan su imagen a merced del mercenariazgo para decir lo que quieren que se diga. Y esta actitud suele hacer que la gente se revele aún más contra el sistema y refuerce el verdadero periodismo.

Si hay algo que ha quedado demostrado es que un periódico o una cadena tiene el poder para hundir o ensalzar a líderes.
Podría pasar que un juez desestime un caso de corrupción por tecnicismos legales, pero si los periodistas realmente quieren, podrían dejar al descubierto todos estos años de chanchullos, connivencias y puterío que todos sabemos que ha estado ahí.

Lo más grande de todo esto es que no es necesario tener un código deontológico a tus espaldas: basta con llevar el móvil encima para ser un periodista en potencia. Al fin y al cabo, la objetividad no existe cuando plasmas hechos concretos con tus palabras y la pluralidad no entiende de individualidades. Somos uno con nuestros móviles. La información consiste en contar lo que sucede.
Las redes sociales, nuestra redacción y la necesidad, nuestro periódico. Informa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario